UNO
Hoy es un día muy azul, el sol
esta resplandeciente puedo ver las nubes en el cielo, me gusta descubrir
figuras en las nubes, a veces hasta puedes reconocer caras conocidas, siempre
busco la de Juan luna pero nunca la he visto. Bajo las escaleras de la azotea
saltando de dos en dos, es divertido correr por las escaleras, siempre me dejan
la puerta abierta, eso es lo que me gusta de vivir en esta casa, puedo pasear
casi cuando quiera. Pero todo no es bueno, aun no les perdono lo de mi entrepierna.
Camino por entre los muebles de la sala, busco mi tasa de comida en la
cocina, ya estoy cansado de comer esto, sabe horrible, juro que en el momento
menos pensado y cuando Juan luna este distraído me comeré su carne del plato,
probare su cerveza y botare el plato al piso. Espero que me siente a comer con
el después de eso.
Entro a su cuarto, esta con Amanda. Ella ha venido muchos estos días,
se queda toda la noche con el, después se levanta desnuda solo con una camisa y
prepara el desayuno. Me cae bien, el otro día dormimos juntos, me hizo caricias
hasta que nos quedamos dormidos. Ella siempre se sienta en un mueble de la
sala, prende un cigarrillo y mira por la gran ventana del apartamento, yo
mientras tanto la miro desde un costadito, tiene una lindas piernas y su pelo,
ensortijado la hace ver muy sexy, he podido ver todos sus lunares, ese que
tiene en la parte baja de su espalda con forma de lagrima.
Juan Luna se levanta, sale del cuarto muy despeinado y con unas ojeras
que le llegan hasta el piso, anoche debió ser otra de esas noches, pienso. No
habla con Amanda solo se sienta a su lado y le pide un cigarrillo, se hace un
silencio tenso que se prolonga por varios minutos, tantos como para crear un
lenguaje de miradas, reproches que salen de los ojos de Amanda y entran en los
de Juan luan devastándolo. Estos dos
tienen una manera rara de quererse, están locos.
Los dos se sientan a desayunar, puedo oler que son huevos revueltos
con cebolla y muchos tomates, muy rojos. Me sobo por las piernas de Amanda
complicemente esperando que me invite a comer junto a ella, que entienda mi
mensaje. Ella me acaricia la cabeza casi ignorándome, ellos todavía no se
hablan, me resigno y voy a la cocina a buscar mi plato de concentrado.
Me asusta un zapato que cae a mi lado, corro a esconderme, Juan luna
le esta botando toda la ropa a Amanda, él dice que ya no quiere estar mas con ella, que
lo esta matando, que se vaya y no vuelva mas, ella lo insulta y le dice que no
la merece, sale vistiéndose, recoge el zapato que cayó cerca de mí y alcanzamos
a cruzar una ultima mirada, después se va golpeando la puerta.
Entro al cuarto, Juan luna esta acostado en la cama con los pies sobre
la pared, parece que así piensa mejor. Me echo a su lado, lo miro y le digo telepáticamente
que es un idiota por echar a amanada de su casa así. Ella es la única mujer que
se ha aguantado su locura, su mal humor y que duerma como un oso en
hibernación.
Yo siempre estoy con él aun en sus peores momentos cuando la vida
parece no importarle. Desde ese momento es como si los dos nos hubiéramos
prometido no dejarnos. Vamos estando más jodidos los dos, empezamos a padecer
los días. Yo encuentro consuelo yendo a la azotea, buscando en las nubes y la
libertad del aire que mueve mis bigotes.
DOS
Amanda tiene las piernas largas, su piel almendrada la recorre toda, su
cadera se contonea de un lado al otro hamacando su candencia, sus ojos azules
como el cielo mismo, y su pelo corto pintado de rojo que parece ser la primera
señal de advertencia. Ella siempre quiere llamar la atención, una vez me conto
que cuando era niña, quería que sus papas la llevaran de viaje en vacaciones,
pero sus papa tenía mucho trabajo y no podía salir de la ciudad tanto tiempo.
Unas semanas antes de sus vacaciones y sabiendo que no la iban a complacer,
dejo de comer, se negaba a comer. Su papa en muchas veces perdía la paciencia y
amagaba con castigarla fuertemente, pero ella no desistía en su capricho. Después
de varios días de la guerra entre Amanda y sus papas, ellos se rindieron y la
llevaron de viaje en sus vacaciones. Esa fue solo una de las batallas que
Amanda estaba dispuesta a pelear. Su mirada siempre desafiante, dispuesta para
la lucha, pelear por lo que quiere y hacerlo a su manera.
Empezamos a vernos más seguido, primero en el bar donde tomábamos cada
fin de semana, después en su casa. Todavía en ese tiempo ella era un enigma, a
veces tierna, pidiendo ser contenida, y después la mujer fatal, su arrogancia,
su mirada inquietante. Durante esas noches parecía como si estuviera en otra
parte, su mente volaba con las vibraciones de la música. Amanda nos seducía,
disfrutaba el poder que le daba reducirnos, golpearnos con sus movimientos,
tener esa sensación de superioridad. Nosotros ya éramos amigos, me llamaba en
la semana para acompañarla a sus cosas, creo que veía en mí un amigo confiable
y eventualmente un amante.
Eran los días donde empezábamos a atrincherarnos con el alcohol,
pasábamos varios días de la semana tomando. La tarde, y la noche los escenarios
que nos acercaron. Era una montaña rusa, cada vez diferente. Amanda era una
mujer especial yo siempre se lo decía, muy femenina pero equipada con una
armadura de rudeza. Me pedía que la llevara al mirador y estando ahí prendíamos
un porro y dejábamos hablar el silencio, la luz de la noche alumbraba sus ojos
azules y a su pelo lo hacía ver más rojo, más imponente, más que nunca una
señal de advertencia. Yo sentía que la quería, en silencio, poco hablamos de
los sentimientos, aunque siempre estaban presentes.
Muy bueno... Me gusto mucho, es de lo q se puede leer varias veces sin aburrirte... D vdd...��
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