jueves, 28 de marzo de 2013

LO QUE NO FUIMOS


Siempre sentí que debíamos ser. Que nos habíamos encontrado en un acto benevolente del destino. Un guiño de la vida. Eras una mujer muy linda, tenias una mirada indescifrable, un aire de inocencia que se mezclada con  inteligencia y eso me seducía. Fue la primera vez que fui consciente de esa sensación que nos sacude la entraña. Que genera el malestar placentero. Yo me sentía turbado, nervioso, acelerado, inquieto. Quería que fuéramos. Tú también queríamos que fuéramos, o eso me hiciste creer. Tú insistías para que fuéramos. Me llamabas mucho. Hablábamos poco, pero me llamabas. Fue la época en que dejabas que timbrara una vez. Me advertías. Era un toque. Un recordatorio de que estabas. Yo quería estar contigo. Llamarte, verte, sentirte. Pero me reprimía por él. Que era mi amigo. Nunca entendí tu sentido amplio de querer. Yo quería que fuéramos juntos, sin nadie más.

Pensaba todos los días en ti. Aun cuando pensaba en otra cosa. Tú siempre estabas presente. Te alejabas solo lo suficiente para que te extrañara. Empezábamos a caer en un juego macabro. Yo dependía un poco de ti, para estar tranquilo. Habíamos salido algunas veces. Te miraba obnubilado. Me perdía entre tu sonrisa. Eras muy cariñosa conmigo. Parecías feliz. Yo lo era cuando estaba contigo. Después de esas salidas, volvía un poco derrotado, abatido. Me negaba a rendirme ante ti. Juraba ya no entregarte mi  voluntad.

Pasaba algún tiempo en el que no nos veíamos, semanas, meses. Ya no me llamabas. Yo trataba de olvidar, de olvidar lo que no habíamos sido. Renunciar a ti. No pelear contra mí. Lograba olvidarte. Me jacto de que te olvidaba, ya no pensaba en ti. Salías de mi cabeza. Estaba tranquilo. Me fugaba. Tus huellas me perseguían pero las esquivaba, me desviaba del camino para no tocarlas. Tú sabias el poder que tenías. Fuiste más inteligente que yo.

Te aparecías en momentos improbables. Te imagino planeando el momento con una risa desencajada. Preparándolo todo para entrar otra vez en mí. Después de las promesas que me hacía para no verte más, para expulsarte. La fe casi religiosa con la que me hablaba. Tú aparecías magistralmente. Yo no podía resistirme, me superabas espiritualmente. Volvía a depender de ti. Te hipotecaba una vez más mi felicidad. Volvíamos a vernos. Salimos un par de veces. En ese tiempo, después de tantas idas y vueltas, fue la vez que estuvimos más cerca de ser. Me gustabas mucho.

Ya no estabas con él. Pero no estabas sola. Había empezado el tiempo de los mensajes. Los mensajes de texto en el celular. Me escribías varias veces en el día. Yo te respondía. Eras muy cariñosa. Verte después de meses era revivir todos los sentimientos que hibernaban durante ese tiempo. Un revolcón de alma. Yo sentía mucha culpa. No quería estar contigo. Era un tonto útil en tu juego.

Me hiciste pasar muy buenos momentos, te los agradezco eternamente. Ya no te veo hace mucho tiempo. No hablamos. la última vez fue en ese parque cerca a tu casa. El de las bancas alrededor de ese árbol frondoso. Era de noche, tomábamos cerveza. Tú estabas sentada de costado mirándome, analizándome. Yo miraba hacia el frente. Te hablaba de mi vida. Me escuchabas con mucha atención. Ya no me acelerabas como antes. Seguías siendo la misma. A la que le había dicho que me gustaba. El que había cambiado era yo. Ese día cuando nos despedimos, me dijiste gracias. Fue una linda palabra para terminar lo que no fuimos.

No sé si volveré a verte. Es probable. No te buscare, ni espero que tú lo hagas. Serás una deuda pendiente. El destino dirá si debe ser saldada.

martes, 12 de marzo de 2013

SEDUCCIÓN


La musica nos inunda, llena la habitación de un espectro mágico donde los sonidos ahora también son colores, rayos que rebotan en las paredes y van en todas direcciones, se deslizan en nuestra cara, entran por todos los orificios que tenemos. Es un viento, un remolino que nos levanta por el aire en un trance de sensaciones, de sentidos estimulados. Un juego de seducción que nos altera, nos crispa de los pies hasta la cabeza, hormigas que caminan por todas partes, pequeños mordiscos que nos dan placer. A cada momento nos embriagamos de algo que debe ser muy parecido al amor, a la felicidad. He comenzado con una expedición exploratoria por su espalda, un roce delicado de las yemas de los dedos que caminan surcando su piel, reconociendo el nuevo territorio y Colonizándolo

Volamos por las paredes que son cuatro, nos asentamos sobre ellas, nos sirven de soporte para apoyar nuestros pesos, porque queremos ser uno, estar tan juntos como sea posible. Estamos trenzados, rebotando al ritmo de la música que suena, flotando un poco, elevados del piso, multiplicando movimientos para unirnos. La mirada se convierte en una herramienta para el ataque, un prisma que concentra todo el deseo.  Sintiéndonos eternos en ese instante. Quiero ver a través de sus ojos, encontrar su alma detrás se sus costillas, escarbar hasta ella, tocarla y abrazarla, robarla para mí, para que ahora sea mía, poder estar juntos después de esta habitación, ser aire, ser recuerdo, encontrarnos etéreos entre nuestros pensamientos.

Las palabras viajan en el susurro hasta nuestros oídos, afloran en una enramada erótica que se aferra a nuestra cabeza, nos impulsan hacia adelante en esta pequeña batalla que tal vez tenga dos ganadores. La realidad se vuelve difusa, como dentro de un sueño, ya no contamos el tiempo. Nos enfrascamos en caricias que caen como lluvia, mojando cada parte de nuestros cuerpos, incrementado su fuerza cada vez que nos acercamos. La temperatura aumenta caprichosa sus grados. Cuerpos humeantes, apunto de quemarse, prenderse en fuego, pero que desafiantes se siguen calentando. Su pelo abundante y negro cae sobre su cara, cubriéndola a la mitad, ella lo mueve de vez en cuando para acomodarlo, yo la busco entre el para besarla, para tocar sus labios, para sentir su piel húmeda, respirar junto a ella. Atrincherarnos para compartir el aire que resulta esquivo y pasa entrecortado por nuestra boca.

Sus piernas infinitas, son agarres para escalar hasta a ella, una montaña de cumbre empinada que bifurca su camino. Me ayudan a escurrirme hasta su interior, probarla y descubrir su sabor. Su piel es la más suave que haya tocado, recorrerla es una tarea incesante, que requiere todo mi empeño.  Ya no existirá nada después de este momento, no habrá más movimientos en la habitación.  Nuestros pensamientos van a toda velocidad proyectando cada gesto, cada contacto, todo cuanto nos procura placer. Trabaja hasta su límite, para conectar con nuestro cuerpo, para hacernos sentir esto tan parecido a un estado sublime, divino, donde no hay dolor, donde todo es bienestar, lo que dicen las personas que murieron y volvieron a la vida, esa sensación placida que irradia todo alrededor y en la que ya no hay cabida para lo aciago. Los latidos del corazón se incrementan tanto que retumban por toda la habitación, son más fuertes que la música, es el punto de no retorno, debe ser el final de la batalla, puede ser que terminemos muertos. Quiero decir que si termino muerto, con el corazón explotado, definitivamente valió la pena pelear.


sábado, 2 de marzo de 2013

EL CAMPESINO


Su piel esta ajada, cuarteada por la experiencia, por las jornadas que comienzan cuando todos dormimos, cuando el día todavía parece no haber comenzado. Está vestido por su uniforme, una camisa que conserva opacos sus colores originales, con unos botones deshilados, su pantalón es negro, cubre unas botas de color café que afirman sus pies cuando camina. Tiene un sombrero blanco con una franja negra en su base. Tiene su corazón corroído de la injusticia, de la indolencia de un gobierno oligarca y opresor de los suyos. Él es solo uno de  Millones de personas que se reflejan en su rostro.

Hoy está peleando en la calle, lejos de su tierra, de lo que es suyo, obligado a cubrirse la cara para no ahogarse entre el humo fascista que reprime el reclamo de una vida digna. De tener lo que le corresponde. Un hombre noble obligado a enfrentarse con la fuerza  corrupta que tiene el régimen para garantizar sus propósitos terroristas. Cobardes que están acorazados  y se sienten invencibles golpeando a su paso. Apandillados  que ante la impotencia de su propia ignorancia solo pueden responder como animales, deshumanizados, sin saber que es a su mismo pueblo el que golpean.

Es un hombre bueno, pero rebelde, con una voluntad inquebrantable, con una fuerza de espíritu superior, sabe porque pelea, por la justicia, por el bienestar de unos muchos, de  la mayoría.

La desigualdad del país, sus vidas empobrecidas donde hay todo para no estarlo, lo llena de rabia. Él y ellos ya no pueden estar más así, a la deriva en un lugar donde unos pocos llenan sus bolsillos explotando a los que no tienen nada. Salarios indignos, negociaciones desventajosas por los productos que cultivan, a los que les han dedicado su vida entera, sus 67 años. Pelea por garantías para cultivar la tierra. Un señor con sombrero enfrentado  altivo y contestatario a los que lo quieren callar, a los que no escuchan sus gritos.

Hoy sus ojos están llenos de lágrimas, sin entender la maldad de la que es víctima, la indiferencia de los que venden el país al mejor postor. De ver que vive en un mundo al revés, donde de sus derechos se ponen en discusión, en cuestionamiento según las circunstancias. Alza su voz con el grito del pueblo, proclamando poder trabajar, ya no ser un ciudadano de segunda clase en su patria. Resistirá de pie, porque sabe que es más grande, todos unidos son más fuertes. No se arrodillara porque sabe que al final del día vencerá.