miércoles, 11 de septiembre de 2013

CON TU AUSENCIA

La felicidad se fue muriendo con cada día que no estabas.

En este cuarto todo permaneció en su sitio. La telaraña en la esquina, la mesa con polvo, los libros desparramados. Todo inmutable, en calma, esperando que volvieras.

Entonces decidí hundirme en la cama y no hacer ningún movimiento, estar solo mirando el techo blanco, ahogando mis pensamientos en el silencio y pretendiendo que el tiempo pare. Olvidándome un poco de mí.

Todavía especulo con que vuelvas  y veas que todo sigue igual. Mi cuerpo te reclama con pequeños dolores, supongo que son los dolores del alma incompleta.

Imagino un tiempo en el que todavía estás a mi lado. Te hago más mía. Entras por la puerta y ves el mismo polvo, los mismos libros, la misma telaraña y a mi esperándote con desesperación. He entendido que cuando no estás conmigo muero un poco. Los muros de mi orgullo los tiraste abajo con un abrazo estremecedor.

Quisiera saber dónde estás, los caminos que andas, que miras. Desandar la tristeza de no tenerte. Paseo las calles que me acuerdan a ti, esperando que cada lugar traiga una parte tuya. Sentirte y ahuyentar la soledad que deambula con mi sombra. Estar convencido de estar durmiendo en una ilusión en la que el castigo es no tenerte.

Solo pretendo que cada elección me acerque a ti. Desde que te fuiste mido cada movimiento, cálculo esto y lo otro. Preparo cada momento para cuando vuelvas. Existen frases que ensayo y digo perdido en tu recuerdo. No he leído libros, ni intentando escribir algo, no he tenido ganas para eso. Las palabras vuelan de lado a lado en mi cabeza llevando tu nombre.

Esperare por los besos que me calienten el alma y descongelen el tiempo. Un destino benevolente que te traiga hacia este cuarto, hacia mí, ver tus ojos iluminando la oscuridad.